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"Este equipo está lleno de calor humano por eso no hizo frío” Paqui |
Con una temperatura de 2 grados sobre cero, se emprendió el ascenso desde el aparcamiento de las Dehesas hasta el mirador. El paisaje de los pantanos y la austeridad de la montaña nevada invitaron a la meditación, a prepararse mentalmente para el ejercicio próximo, y también a hacer balance de lo vivido durante el año, en el que fueron inevitables los recuerdos de las personas queridas.
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"Una experiencia gratificante" Cris |
Una vez preparados, comenzaron con el entrenamiento sin chaqueta del kimono. Este fue divertido, como todos los realizados en el día, pero ejecutarlo resultaba complicado, porque con el frío el cuerpo no respondía a las órdenes del cerebro y los ejercicios de coordinación se volvieron difíciles: las manos estaban entumecidas, los movimientos eran lentos y torpes... Aun así la voluntad se impuso a las temperaturas.
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"Uno solo no consigue lo mismo. Hay que pensar que somos un equipo, que funcionamos juntos” Conchi |
Por supuesto, no fue obligatorio estar en el entrenamiento algunas compañeras aprovecharon para hacer senderismo y seguir disfrutando de las maravillosas vistas de la sierra. A ellas se unieron los compañeros tras terminar el entrenamiento y se dirigieron hacia el Reloj de Camilo José Cela. Allí se dividieron por grupos. Unos realizaron calentamientos, otros practicaron katas increíbles y el grupo más tranquilo los miraba. Para vencer el frío no faltaron diversas bebidas y comidas: mistela, caldo, orujo, chocolate, frutos secos, galletas y gominolas…, gracias a esto los compañeros de defensa y de kárate estrecharon lazos y conocieron a nuevos amigos.
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“Conoces a gente nueva que te cuenta su experiencia en kárate y el respeto que le da el entrar el primer año en la cascada” Yoli |
Después marcharon a enfrentarse a la Ducha de los Alemanes. En la explanada continuaron los ejercicios mientras poco a poco los más valientes se introducían en las frías aguas de la cascada. Alguna de las valientes comenta: “La sensación al entrar es de no sentir los pies. En verdad, estás ‘asustada’ pero en cuanto das el primer puñetazo todo se normaliza. Luego llega un punto en que la cabeza te duele, sientes mucha presión y ya por más que quieras no puedes estar más tiempo debajo. La cascada eres tú contra tu mente y tu cuerpo”. A pesar de ser una lucha, los compañeros que se animaron a entrar demostraron su capacidad de superación.
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“No hay que demostrar nada a nadie sino superarse a uno mismo, y saber que todo con esfuerzo y constancia se consigue” Bego |
Son fuertes los gritos de los valientes, no menos que los de aquellos que los animan con mucho ímpetu. Las emociones, sentimientos y sensaciones que se viven desde fuera oscilan entre el respeto por la cascada, la admiración por quien está dentro, el deseo de querer entrar pero reconocer que aún la mente no está preparada y consolarse con pensar que al año siguiente se tendrá otra oportunidad.
Cuando el último de ellos salió, descendieron hasta el aparcamiento y cerraron un gran día con una comida en familia.
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“Es admirable la fuerza moral de los que se enfrentan a sí mismos dándose el chapuzón en la cascada” María |
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